Una historia de tradición y excelencia
Conservas “Faro del Pescador” fue fundada por la santoñesa familia Ruiz Trueba en el año 1975, comenzando a desarrollar su actividad en una pequeña lonja comercial en el centro del municipio de Santoña.
Hoy, cuarenta y cinco años después, somos la tercera generación de la familia la que llevamos las riendas de la empresa, elaborando las semiconservas de anchoa del Cantábrico tal y como lo hacían nuestros abuelos: con una materia prima de primerísima calidad, exclusivamente anchoas del Cantábrico; con una producción limitada, para asegurar la excelencia del producto final; y artesanalmente, limpiando, fileteando, sobando y envasando las anchoas a mano, una a una, con todo el mimo y el cariño que nos transmitieron nuestros mayores.
Con el paso de los años, aquella pequeña lonja en el centro de Santoña se fue quedando pequeña, por lo que la familia comenzó a buscar, siempre dentro del municipio, un local más adecuado para poder satisfacer la creciente demanda de sus semiconservas de anchoa. Desde los años 90 del pasado siglo, conservas “Faro del Pescador” se halla situada en el polígono industrial junto al puerto pesquero, en una moderna y amplia nave en la que se encuentran el obrador y la tienda para venta directa al público.
Proceso de elaboración
NAVEGA POR LAS IMÁGENES PARA DESCUBRIR EL PROCESO ARTESANAL QUE SEGUIMOS
La materia prima
Comprada la anchoa en los puertos del Cantábrico, se envía inmediatamente a nuestro obrador. A su llegada, la primera labor es verter las anchoas en unas tinas (los depósitos) con salmuera, donde permanecen un mínimo de cuatro horas. Después, las anchoas se extraen de la salmuera y se descabezan y evisceran (el desbolle) manualmente, con un movimiento de torsión.
Proceso de curación
Seguidamente se procede al empacado, donde la anchoa se introduce en barriles en camadas (capas) con sal marina. Allí permanecerán “curándose” un mínimo de ocho meses, para que adquieran las características deseadas de sabor, aroma, color y textura. Este proceso resulta imprescindible con el fin de que la anchoa tenga el estado óptimo para su posterior tratamiento.
El tratamiento
En el momento preciso, se extraen las anchoas de los barriles y se lavan para eliminar el exceso de sal. Se les quita la piel a mano, “sobando” suavemente cada anchoa con un trapo suave. Posteriormente, se le retira la espina central y se corta longitudinalmente, separándola en dos mitades para obtener cada uno de los filetes que se envasarán a mano con el mejor aceite de oliva de la marca Urzante.